12 de diciembre de 2017

Coco.


Confieso que supe de “Coco”, la película de animación que Pixar y Disney, gracias a mi sistema Manucita. Después por los comentarios de amigos mexicanos, quienes la ensoñaron. Pensé en verla pero me daba cosa. Cosa, sensación ambigua entre ganas y temor. Me daba cosa que fuera la versión norteamericana y bien manoseada, de las fiestas de día de muertos y otras creencias mexicanas. Tons como que hice mutis. Mutis hacerse la pendeja, la tonta, silenciar la cabeza y los pensamientos. Hice mutis a la idea, hasta que circunstancias diversas me empujaron a verla.

Y en la medida que los minutos fueron sumándose, y yo espectadora, adentrándome en la historia, fui adorándola inevitablemente.

Porque por suerte a pesar de sus gringos patrocinadores,  “Coco”, está llena de detalles, pinceladas sutiles, leves, que la hacen tan mexicana y tan poco gringa. Esto además de las percepciones, lo deduje tras quedarme a los créditos, que confieso me encanta leerlos, lo que se dice “enteros” y más si es una película mexicana, porque no es por abanicarme, pero no falta la ocasión en que más de un amigo estaba cargando los cables. Entonces le contactaré para felicitarlo. Y fue en esta pasión “membretística” que descubrí la presencia de un latinoamericano, ojalá mexicano, tanto en idea original, como guion y producción: Adrián Molina.


Pero entrando en materias cinematográficas con respecto a “Coco”, será porque ya no me cocino al primer hervor y por tal, tengo muchos muertos a quienes homenajear, recordar, ensoñar. Pero sin contarles nada que no se deba, eso de “spoirlear (spoiler – contar el final de una cinta)”, les diré que el meollo, su leiv motiv, como toda movie infantil, lleva impresa su mensaje, onda motivacional, que en lo personal –sorry-, siempre he encontrado enfermos de mamones. Mamones dícese de la persona, hombre o mujer o tercer o cuarto sexo, que siente una proximación enferma por su madre y quisiera estar pegado a la teta por siempre jamás. Siempre he encontrado enfermo de mamones, porque a los niños, no se les enseña, inculca cultura, costumbres, valores, en una hora y media de rodaje ¿Qué no? Quizás para los fervientes devotos y calcetín de Cohelo sí.
Pero bueno el asunto es que los mensajes motivacionales de “Coco”, van en dos vías, de las cuales la segunda confieso me caló hondo, profundo, intenso.

El primero, versaba sobre aquello tan trillado y cliché de cumplir tus sueños, solo que en esta película, no te invitaban precisamente a alcanzarlos a costa de todo, sobre todo si en la vía, debías pasar por encima, frente y costado, de tu familia. Porque entonces ahí comenzaba a estar todo mal y tu objetivo era una oda al egoísmo. Creo que esta parte además de mamona, era la agringada y contradictoria pensando en ese país de mierda que larga a los hijos fuera de casa, ni bien saben caminar. Entonces el mensaje era que la familia es santa, sagrada y por ella, debes dar la vida. Como soy Jalisco nunca pierde, obvio que discrepo, sobre todo porque a estas alturas de mi partido existencial, si dejo lo que tengo por la familia (que está casi toda muerta), pues la neta, como se dice en México, me chingo (jodo).

Pero en cambio el mensaje dos, me llegó a la hondura misma de mí ser interno. Ya que versa al son de: No olvidar. No desmemoriarse por nuestros seres queridos ausentes. Ya que en ese olvido, nuestros muertos, desde su mundo distante, irán desapareciendo hasta ya no ser. El mensaje está en que si tu no los recuerdas, no sacas la foto y la pones cada 2 de noviembre en el altar de ídem o lo tienes acomodado en el velador, éste o ésta, no podrán viajar en esas fechas a ver a sus vivitos queridos recordándolos ya sea en el cementerio (como hacen los mexicanos), en el altar que hicimos, en la foto del velador. Y la verdad sea dicha pues yo sí creo que los mis muertos, ausentes, vuelan con el aire y nos visitan, aquello de la sensación de presencias digamos pues.


Obvio que mientras la película transcurría y largaba esta teoría, le pasé revista a todos y cada uno de mis ausentes y sentí más que alivio porque no solo con fotos los recuerdo, recordamos, sino que también cada que los traemos al hablar de ellos, al pensarlos, al contar de sus vidas y obras a otros, a amigos, con amigos.

E irremediablemente pensé en que no solo de fotos hacemos memoria, de hecho muchas personas no tienen imágenes de sus seres ausentes, por diversas razones, desde económicas, porque pertenecen a otros tiempos donde la pasión coreana de fotografiar hasta los calzones, no se estilaba. Porque de ser esa la única vía de memoriar, entonces tantas, tantísimas personas, olvidarían a sus seres ausentes. Y ahí caí en el otro tema que está siempre presente en mi mente y corazón, como lo son los familiares de detenidos desaparecidos chilenos, argentinos, qué decir mexicanos, qué decir de los 43 de Ayotzinapa…


Pero por suerte tenemos sus historias para trasmitirlas hasta el fin de la vida, para que jamás su esencia desaparezca. Y bueno me fui en mi volada bien volátil y más allá. Pero creo que si una película aunque infantil, aunque animada, te lleva a volar con los pensamientos, es porque es realmente buena ¿qué no? Buena, buena, de verdad buena.

Y bueno además de los mensajes, “Coco”, como les comentaba está lleno de detalles propios de la cultura mexicana, del día de muertos. No hablemos solamente de la calavera (calaca), que creo que la estética en ese sentido se trilló al son gringo. Pero bueno, entonces también tenemos que mentar. Mentar dícese de llamar algo por su nombre de forma despreciativa. Tenemos que mentar, en versión detalles pintorescos mexicanos a Frida Kahlo, que en versión muertita, pues cómo no la iban a mencionar ¿verdad? Que más que un elemento gringo, ese ya es como universal, y ahí me van a disculpar pero la verdad han trillado tanto con esta señora, que solo está faltando encontrársela en el papel pal poto, que en lo personal y con todo que viví en México de mis amores….mermecarga Frida Kahlo” ¿y qué tanto?!!


Como bien decía alguien en las redes sociales, mexicanas, lo bueno de “Coco”, es que de verdad está plagada, sembrada poéticamente, con detalles de esas fechas. Como el papel picado, el cempasúchil (que es la flor anaranjada que se usa, en versión despetalizada, para adornar el altar), las calacas de dulce, el pan de muerto, y  por supuesto mucha oda a las calacas, pero no a las de Hallowen que es el esqueleto que intenta dar miedo, sino que a la versión de Posadas, el serigrafista mexicano, que inmortalizó a la “Catrina”, que es la dama mexicana, con su sombrero con flores y que luce un vestido entallado. Así también las calacas de mariachis, entonces sumamos a todos los músicos y cantantes mexicanos.

Una ensoñación de verdad verdadera. Fue como volver a mí amado México, llenarme de sus detalles, colores, casi de sentir el aroma del mango, saborear ese pan de muerto más seco que el mismo y más insípido que no saber cocinar. Langüetear la cabeza de calaca que lleva en su frente tu nombre. La música, ya sea en versión mariachi, boleros, preparar el platillo preferido del ausente, ir hasta el cementerio a pasar la noche junto a él. Todos esos elementos tan vívidos y hermosos que en esta película los destacan, sumado a la gracia infinita que tiene la animación. Porque cuando el valiente chico “Miguel”, vive la aventura que le da el clímax a la película, de cruzar del lado de los vivos al de los muertos y conseguir lo buscado porque si no, nomas no regresas. Ese viaje en bus, tren, volando con los “alebrijes” (figuras de animales en versión distorsionada, alterada). Creo que esa cantidad de detalles no podría destacarse tanto si de animación no se tratara. Y bueno, les cuento que la película tiene opción de verse en 3D y 2D, en lo personal pasé de ellas porque como soy retro “me mareo” jajajaj.


Y bueno, para los que han visto cine, aunque sea chafa. Chafa, dícese de algo que es más o menos tirando para malo. Aunque sea chafa, “Coco”, le hace su guiño cinematográfico a “Volver al futuro”, lo cual implica que Adrián Molina y su equipo, son de mi edad y me pongo más contenta. Ya que cuando el protagonista “Miguel”, traspasa la línea de vivo a muerto, como no lo está realmente, en el más allá sufre un cobro por la osadía y está representado en ir perdiendo parte de su cuerpo vivo, dígase carne y en vez, comenzando a vérsele ¿Qué? Los huesos po. Y si eso no es una oda a la gringa película, en la que al irse al futuro “Martin” y demorarse en regresar al presente, a la foto familiar, que lleva en su billetera, le irán desapareciendo los integrantes, si no apura la causa. Una monada ¿no les parece?

Bueno pues, el asunto es que “Coco”, es una poesía desde todo punto de vista. Cuando fui a verla, había unos infantes infectos con sus padres y uno de ellos, que estaba detrás mío, me impresionó como le llegó o algo le pasó porque al prenderse las luces, el pobre niñito estaba llorando. La mamá que era una estúpida insensible, se reía intentando sacarlo de ese estado, en fin, hay humanas que deberían guardar silencio, pero como somos unos pelmazos.

Así que ya sabe, vaya a ver la película sola, acompañada de adultos más adultos que usted, o con muchos niños. Niños preferentemente que sepan leer, porque creo que los otros pueden aburrirse y no entender un pomo.
Lo que se dice, totalmente recomendada!!



SINOPSIS:
Miguel es un joven con el sueño de convertirse en leyenda de la música a pesar de la prohibición de su familia. Su pasión le llevará a adentrarse en la "Tierra de los Muertos" para conocer su verdadero legado familiar. 

CALIFICACION:
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FICHA TECNICA:
Título original: Coco, Estados Unidos, 2017.
Duración: 105 minutos.
Dirección: Lee Unkrich, Adrián Molina.
Guión: Adrián Molina, Matthew Aldrich (historia original de: Lee Unkrich, Jason Katz, Matthew Aldrich, Adrián Molina).
Música: Michael Giacchino.
Género: Animación drama.

1 comentario:

Cuauhtémoc Matt dijo...

Excelente película que enfrasca las tradiciones de mi bello México... Saludos!!