De esas acciones que la conciencia o él, la, le, “Pepe grillo” que
llevas dentro susurra y aconseja algo y una lo desoye. Creo que no pude
encontrar mejor comienzo para el comentario del “Guasón – Joker” o como gusten
decirle, porque la verdad me arrepiento mucho de haberla visto.
Y no porque fuera una mala historia – película y eso que me carga el
guata de callo mejor conocido como Joaquín Phoenix, sino más bien porque la encontré
demasiado realista, cruda, contemporánea, sórdida y la verdad pagar para estar en una sala, solo sentado, a oscuras, es auto torturarse a
lo pendejo.
Lo bueno de lo malo, es que elegí el horario más temprano para verla y a pesar que al salir de la sala lo hice literalmente arrastrándome y pensando la posibilidad de lanzarme contra los vehículos, ese día corría una brisa fresca, a pesar de ser febrero y las 17 horas, lo que ayudó a encontrar el camino a casa. Y el
trayecto aunque cotidiano, que de alguna manera rememoraba la cinta, logro
ayudar a digerir la historia y así no tener pesadillas.
De película.
Hace mucho tiempo que no me sucedía aquello de estar sentada a oscuras
en la sala de cine y moverme cual si estuviera bailando la huaracha. Qué manera
de no hallarme en postura alguna, pobres lxs que me rodeaban, porque la
cantidad de veces que cambie de postura de piernas, que para allá, que mejor
para acá, que cruzadas, que sobre el respaldo del asiento de adelante, que
mejor estirada en el suelo, que frotarme las manos, que vuelta a estirar las
piernas en el suelo para un lado, para el otro. Si eso no es estar nerviosa, pregúntenle
nomas al Guasón ¿Qué lo será?
Un detalle que me confundió o será que nunca entendí ninguno de los
comentarios que escuché, donde todos alababan esta cinta, semejándola tanto con
nuestro estallido, casi diciendo que era la precuela de lo que en Chile
sucedería. Por eso es que después podías ver en Plaza de la Dignidad tanto manifestante
vestido como el Guasón o con una máscara de payaso.
Porque sin leer la sinopsis y en base a lo que decían de la película,
deduje que esta historia versaba sobre una persona, que por razones
desconocidas vestía como Guasón, mientras se revelaba contra el sistema. Un ser
extraño, de esos que abundan en el mundo y más en Estados Unidos, que lucha contra
los poderes del Estado que oprimen a los desposeídos. Convirtiéndose entonces
en un héroe, que tarde o temprano nos contaría las vicisitudes que lo llevaron
a ello. Y de ahí la similitud con Chile.
Porque de todos los comentarios que escuché, leí, nadie dijo que la
película del Guasón, intenta hacer, con sus licencias, lo más fiel a la saga
que su autor creara. Ya viéndola uno entiende que es la biografía del Guasón,
previa a convertirse en el personaje malvado que intenta destruir a Batman. Y mientras
tanto, muchas de las características de este Guasón, te mandan en viaje por el túnel
del tiempo hasta encontrar a Travis Bickle, de Taxi Driver.
Porque no sé si se conocerán la verdadera historia de Batman donde surge
el Guasón, dígase la historia de Bruce Wayne y no Bruno como lo conocemos en
América Latina, el héroe que buscando venganza que lo lleve a atrapar a los
asesinos de sus padres, en el camino termina defendiendo a Ciudad Gótica del
mal. Y en este mal, es que surgen seres – personajes, como el Pingüino, el
Guasón y tantos, tantos otros. Después de tanto leer comics y ver películas y
series, terminamos entendiendo que los “malos”, son el resultado de circunstancias
como las que vivió Bruce Wayne, pero en modo desposeído: quedar a merced de un
orfanatorio, ser abandonado en una cloaca o crecer en el siquiátrico, con todas
estas posibilidades, los ingredientes que cobijan esos corazones no tendrían
que ser precisamente la de personas bondadosas, cariñosas y querendonas del
mundo ¿no? Y entonces en modo oscuro, les une el deseo de la venganza por la
vida que han tenido.
No sé ustedes pero al menos yo, en cada una de las versiones de superhéroes,
termino más bien ligada a los antihéroes, será porque no me fio de ellos o
porque mi papá siempre decía que eran recreaciones perversas de los “yanquis
conchas de su madre”. Entonces más bien los aborrezco y por tal, el interés por
los malos surge. No es que avale la maldad pero casualmente en los personajes diabólicos
siempre hay mayor gasto de producción para
la vestimenta, maquillaje, caracterización y al final te enteras de sus razones
y siempre guardan una escabrosa historia y parece que soy un poco morbosa
porque me encanta ese momento.
Supongo que la versión 2019 del director Todd Phillip de “Guasón – Joker”,
interpretada por el muérgano de Joaquín, lo que pretende es contar por qué se
hizo malo. Y entonces uno deduce que tarde o temprano caerá en el siquiátrico,
desde donde escapará con un plan maquiavélico de revancha contra nadie sabe
quién, porque sin contarles el final, ni el meollo de la historia, digamos que a
lo largo de esta cinta logra vengarse bastante. Pero si no quedara esta puerta
abierta ¿Cómo justificamos la existencia del Guasón como enemigo de Batman?
De Guasón y Chile.
En materia de las similitudes del Guasón de Todd Phillpe realizada el
año pasado y el “despertar social chileno”, está en que éste se vuelve uno de nosotros.
Aunque como bien lo dice en un momento, sus intensiones no son ser el gurú de
nadie, porque él es apolítico, de todas formas sabe perfectamente que los que
están en el poder no hacen nada por ayudar a una mejor vida para los desposeídos.
Pero no olvidéis nunca que los gringos son gringos y por suerte muy distintos a
nosotros y particularmente a nuestro “estallido social” ¿Por qué? Porque nosotros
por más rabia acumulada, por más daño que nos han hecho, por más injusticias, por
más violaciones a los derechos humanos, por más daños oculares, no hemos matado
a nadie. Y el Guasón de Phoenix, da rienda suelta a su venganza convirtiéndose en
un ídolo de masas, asesinando. Vi la película y sé cómo se dieron los hechos
para que esos tres hombres terminaran asesinados en manos del Guasón, también
sé que el que le dio el arma al Guasón, tenía oscuras intensiones, también vi como
el propio Guasón dijo que a una persona con desordenes mentales no es
aconsejable pasarle un arma. Todo eso lo sé, pero como la película en términos de
historia, me desagrado tanto, al menos logro resguardar las pulsaciones
agitadas, sabiendo que “nuestro despertar”, no ha sido a costa de pacos
muertos, menos heridos. Porque los que nos permiten marchar, la Primera Línea,
lucha con piedras, agilidad, protegiéndose con los escudos de PareMan o las
brigadas de primeros auxilios. Y sonaré ridícula pero siento un gran alivio que
en realidad no exista un vinculo entre la película y nuestra realidad actual, porque
nosotros no hemos asesinado a nadie y eso, léanme es un plus. A menos que decidiéramos
que la única manera de derrotar al neoliberalismo, es mediante las armas y
entonces venga la guerrilla y todo eso, mientras tanto, nosotros luchamos con
lo que tenemos que no es nada y es todo a la vez.
De venganza y Guasón.
Como comenté más arriba, el mello del asunto en las historias de superhéroes
como Batman, el Hombre Araña, entre otros, es cumplir una venganza que les machaca
tanto la existencia, hasta el límite de impedirles ser feliz. En los intentos
por lograrla y a raíz de ser picado por una araña o poseer mucho dinero, crean
una identidad con apariencia “particular”, con la que se ayudarán para vencer
al mal y de paso atrapar a los destinatarios de su revancha. Como sucede en
esta película con este Guasón.
Pero el tema, motivo, razón, asunto, no menor que me siguió a lo largo
de toda la película fue ¿Quién ganó realmente el Oscar? El flaco hasta los
huesos que interpreta al Guasón o el carnudo de Joaquín Phenix. Porque el
segundo, déjenme contarles que desde mi opinión personal, es imposible que sea
él porque es pésimo actor. Lo digo con la fe de las más cintas que hubiera
querido ver de él, lo que me hace tildarlo de Joaquín el Muermo Phoenix. Este
muermo, egocéntrico, que además se jura mega guapo y sexy, es un adoquín de
pesadez. No solo por el carácter que se gasta y por el cual pidió disculpas en el
Oscar, sino porque como no es actor de escuela y a diferencia de su hermano, el
inolvidable River Phoenix, que además de gracia tenía estrella, éste en vez de
actuar, pesa. Pesa ante los ojos del espectador, intentando aguantar sus roles
de malo, tarado, detective, sexy (jajajaj), hijo del Rey, ambicioso, sin alcanzar,
a mi parecer, lo fundamental ¿Qué? La credibilidad en la que sientes que el
actor no es tal si no que otro cualquiera, común y corriente que calzan de tu mismo
número.
Entonces surge la incógnita sobre quién es aquel actor flaco hasta
mostrar los huesos sin necesidad de radiografía, adicto heavy al cigarro, con
una destreza física impresionante, capaz de mover desde la boca, ojos, pasando
por brazos, piernas. Una persona que realmente logra trasmitir tristeza, aquella
que al aflorar surge como un llanto un tanto particular. Ese hombre que carga
todos los días con sus rarezas, tics, taras. Aquel personaje que al poco andar quisieras
ponerle el hombro para que llore. Este Guasón extremadamente sensible, que
baila al son del Taichi, las canciones románticas de los años 50. Un ser
extremadamente suave, callado, que atesora en su cabeza anhelos y sueños por
cumplir, como ser comediante, salir en el programa de Murray, el conductor de
Tv, al cual miran cada noche, a la vuelta del trabajo, en compañía de su madre.
Aunque esta misma le pregunta cómo es que quiere ser comediante, si no es
divertido. Este hombre sufre una enfermedad, de la cual desconocemos el diagnostico,
pero por la que debe visitar una vez a la semana a una mujer, a quien le cuenta
su monótona existencia y en pago, recibe la receta con la que podrá comprar los
remedios que le permiten funcionar. Esos sueños atesorados, el espectador no
sabrá a ciencia cierta si los llevará a cabo, o solo serán ensoñaciones o bien
el resultado de las siete pastillas que debe tomar cada día.
Entonces me sucede que no puedo encajar o encarnar a este hombre que
personifica al Guasón, con el muermo de Joaquín Phoenix. Digo yo, ya que anda
pidiendo disculpas, por qué además de dejar de beber, no hace lo mismo con la comida
y se conforma con el cigarro, quizás así la gracia liviana al danzar Taichí se
apiadan de él y en la más “exorcismo” apropiándose de su ser y cuerpo, logran
transformarlo en otro más liviano. A mi ver, Joaquín Phoenix, no debió seguir
los pasos de su maravilloso hermano, River. Porque el muermo lanza el peso de
sus pésimas actuaciones al espectador, mientras River, cual su nombre lo dice, fluye
como agua en cada interpretación, como en las que más me marcó: “Costa mosquito”,
qué decir su última cinta antes de morir: “Mi mundo privado”, “Cuenta conmigo”,
“Dogfight”, etc. Creo que así como a River el nombre le hace el favor de
identificarlo, Joaquín debería cambiar el suyo por Piedra y a lo mejor, algo
podría comenzar a cambiar.
Eso nomás!!!
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